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Camboya 2004

Los relatos

Date: Mon, 10 Jan 2004 18:16:07

From: CUENCA CANDEL Norberto

To: many_people

Subject: Pekín bajo cero

 

Hoy he tenido mi primer "día horrible en el trabajo" y eso que apenas he puesto los pies en la oficina.digamos que me toco a los chinos (nada que ver con el país en el que me encuentro) hacer de chico de los recados e ir al aeropuerto a recoger dos becarios nuevos y una jefa. La gracia es que los tres llegaban con diferentes grados de retraso en un lapso de 4 horas. Como la salida de la gente de varios vuelos se solapa me he tenido que tirar todo ese rato sosteniendo un cartelito con cara de empanado esperando que me vieran unas personas que no conocía. Como además el año nuevo chino esta al caer la salida estaba atestada de padres, novios y abuelas peleándose por coger sitio para ver salir al vástago emigrado de turno. Un horror. No es la mejor forma de empezar el día, desde luego, pero después de quejarme un poco me siento mucho mejor.

Creo que hace como un año que no escribo un mail colectivo. Para centrar las cosas un poco: llevo dos semanas (dos semana ya!?) en Pekín, sigo sin casa y de ocupa en casa de un alma caritativa que me soporta a mi y a mis dos compañeros del ICEX. Se supone que desde el 5 de enero estoy trabajando de verdad pero entre pitos y flautas yo todavía no tengo muy claro a que voy a la ofi 9 horas todos los días. Ya me enteraré.

De la pandilla basura de Taipei se formaron dos grupos con destinos vacacionales diferentes: los que iban a hacer un trillado circuito en Tailandia y los que se atrevían con las minas en Camboya (un gallifante para quien adivine a cual me apunte yo). A Camboya nos fuimos tres: Yago, el rapado ultra-madridista; Nuria la hermana catalana de Chuk Norris y servidor.

 Desde la última vez que escribí ha habido una despedida de Taipei para Noche Buena, unas vacaciones relámpago de fin de año en Camboya y un aterrizaje para Reyes con curro de regalo en Pekín. La verdad es que lo primero, me parece que ocurrió hace un siglo. Se que tenía que contar muchas cosas de mis ultimas sorpresas con el mundo taiwanita pero me queda un poco lejos y este mail podría hacerse kilométrico. Incluso el viaje a Camboya me parece lejano, pero ese no lo voy a perdonar porque dio mucho juego.

El vuelo Taipei-Hochiming-escalade4horas-Siam Reap fue un infierno como su propio nombre indica. Valió la pena sufrirlo. El aeropuerto de Palau, que hasta la fecha tenía el record de canijez, fue de largo rebasado en cutrez y tamaño ridículo por el Siam Reap. Es uno de los dos aeropuertos internacionales de Camboya. La ciudad de Siam Reap y su aeropuerto se lo han inventado para llevar turistas a Angkor Wat. Los templos de Ankor son EL monumento camboyano por excelencia y posiblemente una de esas Siete Maravillas del Mundo que nunca me he sabido. Nosotros, por si no se había entendido, no habíamos ido allí a coger setas sino a ver eso, como todo buen turista que pase por el país.

Los meses en Taipei me habían hecho acostumbrarme a estar en el extranjero-primer mundo. El aterrizaje en Camboya me devolvió de golpe a los tiempos de viaje por los sitios pobres de China, pero en miserable. Basta recorrer cien metros de la carretera hacia el centro, sentir 150 baches, ver un par de "vehículos", unas cuantas "casas" para darse cuenta de que uno está en un país de cola en la lista del índice de desarrollo humano.

Lo primero aquella noche era encontrar un hotel. La Biblia Loli Planet habría sido muy útil pero en este viaje me superé a mi mismo y la perdí en Hochiming antes de llegar a Camboya!. Afortunadamente Yago tenía otra. Aquella noche quedó claro que atrás quedaron mis tiempos de mochilero super budget, cuando la habitación cutre de 2$, sin baño y compartida con cinco sudorosos y 4 ratas era preferible a una de 3$ con baño y aire acondicionado. Tener un sueldo de funcionario tenía que notarse en algo, no? Coñas a parte, cuando se viaja acompañado hay que consensuar dónde se va y cómo se duerme. No todo el mundo considera divertido cagar a pulso mientras te contemplan las cucarachas. Que se le va a hacer! Aunque había opciones decentes por 5$, acabamos durmiendo por 25, con aire acondicionado, bañera, tele satélite y sabanas limpias. No me molestó. Me estaré aburguesando? Antes de ir a la cama nos dejamos apalabrado para el día siguiente un transporte para tres de características dudosas ya que tenía que ver con una moto..

A la mañana siguiente nos presentaron a nuestro chofer y el nos presento el vehículo en cuestión: El moto remolque. Es la versión casposa del ya de por si cutre tuc tuc. Imagínese una calesa de dos ruedas para pony reducida a la mitad y enganchada a una mobilete ligeramente mejorada: Voila! La primera impresión es de pequeñez y de que te va a tocar contorsionarte todo el día. Luego ves que en la misma moto sin el remolque montan 5 y ¡hasta 6!. Tres no es para tanto. Además a lo largo del día le vimos más ventajas al asunto: va a 2 por hora o sea que se ve el paisaje a gusto. Te va dando el aire en la jeta y eso se agradece en el calorazo del trópico. Se mete por todos sitios y eso se agradece en un país donde nadie ha odio jamás hablar de la regla esa que dice que se circula por la derecha y se para donde pone Stop. Pues con vehículo y chofer no nos faltaba nada ya para empezar a explorar ANGKOR!!! Alto! Antes hay que comprar el tiket: 40 dolares para 3 días. Los pagas a gusto viendo lo pobre que es el país y pensando que servirá para conservar tanto patrimonio en ruinas. Luego te enteras de que quien se lleva el 80% de la pasta es una petrolera y solo el 20 va a conservación y te dan ganas de quemar un par de estaciones de servicio!

Templos. Ankor no es un templo, son muchos, muchísimos templos. Están en una zona enorme (de ahí el amoto) que hace mucho tiempo fue una capital muy próspera. Los templos son lo único que queda porque solo se podía usar piedra en los edificios de los dioses, el resto era madera y desapareció. Ahora hay caminos y zonas amplias desbrozadas pero hace dos siglos todo estaba perdido en la selva, comido por las plantas. El tipo que se encontrara ese tinglado en medio de los árboles debió alucinar. Muchos de los templos siguen la misma estructura: el templo montaña. Una torre central piramidal y 4 más pequeñas en las cuatro esquinas. Se parecen pero no so iguales, como las catedrales. Yo no soy muy amigo de de ver piedras y aún así aluciné.

Lo que hicimos los tres días siguientes fue ver tropecientos templos. Describirlos haría que este mail se convierta en un infierno y además no es mi estilo. Para resumir me voy a quedar con los más molones. El Bayon (no confundir con mi amigo de Almansa) que en vez de tener 5 torres tiene un montón. Cada torre es una cabeza gigante con cuatro caras mirando a los cuatro puntos cardinales. Estés donde estés siempre hay por lo menos 20 caras mirándote. Lo bueno aquí es que, al contrario que en las iglesias o las ruinas romanas, te dejan meterte por donde quieras. Puedes entrar en las torres, andar por los pasillos, trepar por las piedras. Los Kjemeres (los tipos que construyeron esto) no conocían el arco, ya tienen merito de haber hecho todo aquello sin arcos!. La cosa es que todo lo arreglaban amontonando piedras: techos , cúpulas, puertas y todo es muy muy estrecho y muy oscuro. Nunca hay grandes habitaciones ni cúpulas ni ventanas. Cuando te vas paseando parece que a cada momento te puede saltar una trampa tipo Indiana Jones y quedar empalado por una estaca. El encanto lo rompen los otros cincuenta mil turistas que van haciendo el Indiana como tu. Bueno, eso en el Bayon que es donde va todo Cristo. Hay otros templos que son menos espectaculares o que caen a desmano, donde estas tu solo. En otros, si te sales del reguero de turistas y te vas por el laberinto de pasillos medio hundidos, pedruscos y árboles gigantes y acabas en la selva y nadie te molesta. Algunas veces la cosa se pone un poco peligrosa, sobretodo al subir a las torres. Son un poco al estilo azteca pero más empinadas. Aunque las "escaleras" de los laterales parecen fáciles de subir la realidad es que los escalones son muy grandes, las piedras irregulares, no hay barandilla y la pendiente acojona mucho. Si das un traspiés no es que rules tres escalones, es que caes hasta abajo y palmas fijo. Aun así subir es mucho más fácil que bajar y vi a más de una señora (no es machismo, es que todas eran señoras) llorando arriba porque no se atrevía a volver a bajar.

La forma en que se mezclan árboles y piedras es de lo más espectacular de Angkor. Hay un templo en el que han dejado toda la vegetación original. Lo que hay por estas latitudes no son pinitos, sino árboles enormes de los de lianas y raíces contrafuertes. Lo gracioso es que a pesar de ser unos monstruos de 40 metros no han reventado las construcciones. Es como si se montasen encima con cuidado y sin dejar caer su peso. Hay un par de puertas y torres que tiene un árbol justo encima y las raices "chorrean" por los lados. Algunas piedras sueltas se las ha medio tragado el tronco y parece que la planta se esté fusionando con la roca. Algunas raíces recorren una explanada de piedra como mangueras y solo se clavan al llegar a la tierra. Espectacular.

El templo más grande, más famoso, mejor conservado y que aparece en la bandera de Camboya es Angkor Wat. Es el único que nunca ha dejado de utilizarse y por eso está tan bien. Es realmente enorme, y es como una tarta de boda con tres pisos. El último piso esta tan alto como la torre de la catedral más pintada y ahí también te dejan andar a tus anchas. No es apto para gente con vértigo. Andando por esas cornisas tenía la sensación de ser un gato que se pasea entre las gárgolas de una iglesia.

Desde allí se suponía que podríamos ver una puesta de sol increíble sobre la selva. Cuando faltaban 5 minutos para que el Sol cayera, vinieron unos guardias cortarrollos y nos hicieron bajar. Solo había un lateral del templo con barandilla-cadena y allí los cautos formaron la cola del siglo, el resto bajó al estilo cabra montesa.

De templo a templo íbamos por caminos en la selva en nuestra moto-calesa llevados por nuestro chofer. El buen hombre había hecho una especie de itinerario para que en los 3 días nos diese tiempo a ver lo más posible . pero no pudo con nuestra tendencia a la anarquía turística. Si estábamos a gusto en un templo nos pasábamos dos horas, nos echábamos la siesta en una cornisa, nos hacíamos un picnic bien tranquilos en una torre. Cuando íbamos de un sitio a otro le hacíamos parar cada dos por tres para ver unos monos, a ver una casa, a hacerle fotos a un camión lleno hasta arriba de viejos muertos de risa (donde iban? Nunca lo sabremos). También paramos en una escuela y volvimos locos a todos los chiquillos que, aparentemente, solo tienen clase de patio por falta de maestros. Por inútil que pueda parecer, esos al menos tienen la suerte de no tener que andar pidiendo a los turistas para comer. Otra forma de salir de pobre es hacerse monje. Hay un montón por todas partes. Van vestidos de color azafrán radiante, con la cabeza rapada y con cara de buda. Son muy majos y les gusta hablar con los guiris porque están todos aprendiendo ingles para cuando dejen los hábitos. En una de esas charlas me enteré de algunos de sus votos que son bastante curiosos: no pueden correr, por extensión no pueden jugar a ningún deporte, ni ver la tele ni oír música ni trabajar para conseguir comida (VIVA!!!). Su principal ocupación es rezar, estudiar y salir a la calle para pedir qué comer. Aunque vestidos así parecen algo extraño no dejan de ser gente normal y también tienen que hacer cosas de la vida corriente. Es muy gracioso verlos de paquete en una moto con su cazuela de pedir.

Después de Angkor teníamos que ir a la capital Phnom Penh (se escribe asi?). Nos quedaban 3 días y puesto que la capi no parecía el lugar más atractivo del mundo decidimos ir dando un rodeo por una capital de provincia, Battambang. Battambang prometía todavía menos, pero era la ocasión de ver un poco de la Camboya rural. Para llegar desde Siam reap hay que cruzar el lago Tonle Sap que es casi un mar y luego remontar un río. Supongo que si nos hubiesen enseñado antes el "barco" en el que íbamos a ir nos habríamos pensado dos veces ir por carretera. Era una especie de autobús reconvertido en torpedo. Tenia muy poco calado porque en la estación seca se hace difícil remontar esos ríos. A la vista del más que razonable riesgo de naufragio los cuatro gatos que cogimos ese barco nos subimos al techo como si fuera un solarium y allí nos pasamos el viaje.

El primer tramo del trayecto era a través de un poblado flotante de emigrantes vietnamitas. Hay casas-barco, porqueras-barco, vendedoras ambulantes-barco, chiringuito-barco, niño-barco que vuelve de la escuela-barco. Los barcos no son gran cosa. Algunas familias viven en una canoita de 3 metros con el techo a un metro. Se pasan la vida haciendo equilibrios en cuclillas. Cuando pasaba el nuestro les mandábamos unas olas que les ponía todo del revés. Que estrés!. La gente esta en el borde de su "casa" haciendo su vida, como si todo el trafico que les pasa al lado no fuese con ellos. Hay señores aseándose, señoras cocinando y otras lavando en el agua marrón del río. Lo más cachondo es ver que al fondo de alguno de esos cuchitriles flotantes hay una tele encendida. Nunca sabré de donde coño sale la electricidad.

Después del pueblo llega el lago. Motor a tope y a tirar millas con el viento en la cara. Cada poco pasábamos alguna barca de pesca de alguno de los poblados flotantes y le jodíamos la faena con las olas. Al cabo de un buen rato nos empezamos a acercar a la otra orilla y luego apareció la boca del río que había que remontar. Esta rivera estaba también llena de pueblos que eran mitad flotantes mitad de casas sobre pilotes sobre el río. Esa agua marrón debe dar para mucha pesca porque solo de vez en cuando pasábamos un tramo de río donde no había nadie viviendo. La gente de los poblados parecía pobre de solemnidad pero se les veía dignos. Había críos jugando y nadando en pelotas por todas partes y al ver pasar el barco se volvía locos saludando y gritando. Debía ser la única diversión de las mañanas. Al pasar al lado de una barca-escuela era lo mismo pero multiplicado por 10. De vez en cuando, si la anchura era suficiente, plantaban unas barcas de pesca con una especie de embudo enorme de red sujeto con una grúa de bambú que metían en el agua y al sacarlo cogía todo lo que estuviese encima. Como tenía forma de embudo todo iba a parar a un cubo que había en el centro. Muy practico. Así, de pueblo en pueblo, fuimos subiendo durante unas horas hasta que paramos en una barca-chiringuito que pensábamos sería un parada pipi/descanso. En realidad era el sitio donde se cambiaba de barco para poder seguir remontando. Si el primer autobús flotante metía miedo el segundo ni te cuento. Este era de madera, el motor, a la vista, lo debían haber reciclado de algún camión. Por lo menos este no tenía ventanas o sea que en caso de hundimiento era más fácil escapar. Aun así nos volvimos a subir al techo que era más divertido.

El resto del río hasta Battambang no era más ancho que una carretera regional. Se retorcía mil veces en una sucesión de curvas muy cerradas. Cada dos por tres el barco se quedaba encajonado al girar y tenían que sacarlo empujándose con unas pértigas en las orillas. En este tramo ya no había pueblos, solo barcas-casa dispersas y sus respectivas redes a lo largo de las orillas. Ir remontando un río con ese paisaje hacía pensar en Apocalipse Now. Solo faltaban los Beach boys y el esquí acuático.

Después de 5 o 6 horas llegamos finalmente a Battambang. El "puerto" de esa ciudad de más de cien mil personas consistía en una madera que echaban del barco a la orilla de tierra. Empezando por eso la ciudad no podía dar mucho de si.

Como era 31 de diciembre empezamos a hacer averiguaciones para ver donde iba a estar lo gordo de la fiesta. La repuesta a nuestras preguntas fue: Que fiesta?

La cuestión es: Porqué nosotros hacemos una fiesta al cambiar de año? Pues no lo se. Es una costumbre, pero lógica, lo que se dice lógica..

Igual podíamos celebrar el cambio de estación o de mes y no lo hacemos. La cosa es que uno da por hecho que es obvio que cuando el último numero de la fecha cambia cada 365 días, hay que pillarse un pedo y celebrarlo, pero me temo que no es así en todo el mundo. En Camboya el paso del 2003 al 2004 se celebra tanto como en España el paso del martes al miércoles. Resumiendo: es fin de año, estamos en el culo de Camboya y con un poco de mala suerte no tenemos ni donde tomar una copa a las 12 de la noche porque todo el mundo estará durmiendo.

Dedicamos la tarde a pasear por la ciudad, cochambrosa pero con encanto. Lo de tener un rió en medio siempre da juego. Al final descubrimos que existía un sitio llamado "riverside terrace" que iba a estar abierto. Con esperanzas renovadas nos pusimos nuestras bermudas de gala y fuimos al susodicho lugar a cenar. El antro resultó ser una vieja casa colonial de madera con una gran terraza que debía dar al río. Nunca lo vimos porque como no hay alumbrado no se veía más que renegror. Allí había unos 10 guiris, la camarera y el gato. Pedimos lo más suculento de la carta: una hamburguesa con queso y después empezamos con los gintonis a la espera del gran momento. A falta de reloj con bola, tuvimos que fiarnos de mi Casio de pulsera. Cuando faltaban unos segundos para las doce y con la ayuda de una cucharilla y una lata de coca cola vacía nos hicimos las campanadas y nos dimos el atragantón de uvas de rigor. Como cada grupo de guiris seguía un reloj distinto hubo un cambio de año un poco descortinado pero al final todos terminamos de entrar en el 2004 y hubo abrazos y todo lo demás. Creo que me lo tendré que currar para poder superar algún día esa nochevieja en cutrez. Después de algún ginotonis más, intentamos ir a un sitio que quizá, según decían,  podría ser algo así como una disco. Ante la carestía de motos a esas horas intentamos ir los 3 en una según el gusto local. Claro, tres culos españoles no son lo mismo que tres culos camboyanos. Lo de arrimar cebolleta esta bien pero tampoco hay que abusar. Al final encontramos otra moto y fuimos a la búsqueda de la "disco". El garito en cuestión era un bajo donde habían metido una luz flash y dos bafles que escupían música infame que solo bailaban 3 personas. Ante el panorama desolador decidimos irnos a la camita para así poder seguir viaje tempranito.

A la mañana siguiente alquilamos un taxi para recorrer los 300 km que hay hasta la capital. La mejor carretera del país es una pista de tierra apisonada pero sin baches y asfaltada a tramos. La verdades que no se iba mal y solo tardamos 5 horas.

En Phnom Penn se unen el Tonle y el Mekong. La ciudad está partida por un pedazo de río muy ancho. Hay un tráfico impresionante de barcas y un paseo "marítimo" casi bonito. La primera tarde estuvimos paseándonos por los alrededores del hotel que estaba en pleno centro, junto al palacio real. A pesar de ser pobres como las ratas, de que la mitad de las calles están sin asfaltar y que hay muchas casas viejas, la ciudad es bastante agradable. Hay calles anchas con árboles, palacetes coloniales cayéndose, rotondas enormes. A parte de la atmósfera la ciudad no tiene mucho más que ver y menos el día de año nuevo.

Al día siguiente fuimos a visitar la escuela que los Khmeres Rojos utilizaron de campo de concentración. Es un sitio que mete miedo y que te pone mal cuerpo. Las aulas las convirtieron en celdas y en salas de tortura. Por allí pasaron muchos miles de personas que acabaron muertas a garrotazos en la cabeza para ahorrar balas. Hay clases que todavía tienen los potros de tortura y los demás aparatos que usaban. Hay toda una planta en que las paredes están cubiertas de fotos de los detenidos. Fotografiaron a todo el que paso por allí. Es horrible ver que había de todo: niños, niñas, abuelos, abuelas, hombres y mujeres. Una pesadilla. Después de eso vimos las fosas comunes y ya acabamos de alegrarnos la tarde.

El día siguiente era el último y habíamos previsto ir a ver el palacio real para poder decir que habíamos visto algún monumento antes de coger el avión. No contamos con la pausa para comer de 2 horas que se toma el estresado personal. Total que nos fuimos sin ver la mitad de lo poco que había que ver.

El viaje de vuelta fue igual de infernal que el de ida y después de hacer una última escala de un día en Taiwán para coger las maletas volamos en otro viaje infernal hasta Pekín con escala ilógica en Hong Kong.

De estas semanas en Pekín tendré que hacer otro episodio pronto. Como anticipo debo decir que después de dos semanas enquistado en casa de la buena Maruchi ...

YA TENGO CASA!!!!!!

oy he tenido